miércoles, 6 de noviembre de 2013

#06


Definitivamente, me siento una inútil.
No entré en la época depresiva en la que me pregunto ‘¿cuál es el propósito de mi existencia?’ o algo parecido, pero creo que estoy en la entrada de eso.

El otro día volviendo a casa con una amiga, había una pareja sentada detrás nuestro. El chico estaba comentando que estaba a punto de tener una entrevista de trabajo, pero que la rechazó porque pareció ser en un edificio donde había una persona con la que había tenido un problema o algo así.

Y una chica de pie, también detrás nuestro, atendió una entrevista por celular.

Ok. Vayamos al caso que no tengo estudios terciarios, que no hay carrera que me guste y que por más que estudie Medicina y Abogacía, está negra la cosa. Quizás esté esperando a que cierren la frontera, sólo para gritar: “¡¡Yo les dije que iba a pasar esto!!” a todo pulmón. Tampoco espero que me caiga una entrevista de trabajo del cielo y que sea todo lo que esperaba. Realmente no quiero hacerme la cabeza con ‘alguien me envidia’ (wait........... ¿Quién carajos va a querer envidiarme algo a mí?), ‘estoy engualichada’, o cosas por el estilo, pero, ¿no llega un momento en la vida en que una persona ya no da más?

En parte, estoy al límite de todo, creo que realmente me falta salir a la calle y gritar desaforadamente, sólo un “¡¡AHHHHHHH!!” hasta quedarme afónica o tener dolor de garganta, pero al mismo lado, siento que no puedo ‘reventar’, no sé cómo explicarlo.

Y es terriblemente frustrante, todo.

Sobre todo, el hecho de que en vez de ser yo la que salga de la casa a las 8 de la mañana y vuelva a las 7 de la tarde, sea mi madre. Me da por las pelotas, pero llega un punto en el que ya no sé qué hacer para remediarlo.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Confesiones de un mapache rabioso Design by Insight © 2009